TERCERA PARTE.
LA VIDA ORGÁNICA.
CUADRO GENERAL DE LA VIDA ORGÁNICA.
Despues de recorrido el círculo de la vida inorgánica del globo terrestre, y bosquejados á grandes rasgos la forma esterior de nuestro planeta, su calor interno, su tension electro-magnética, los efluvios luminosos de sus polos, su vulcanismo, es decir, la reaccion del interior contra la corteza sólida, y sus dos envueltas, ó sean el mar y el Océano aéreo, parece ya concluido el cuadro; y lo estaría con efecto, bajo el punto de vista de la descripcion física del mundo, tal como era concebida en otro tiempo; pero damos un objeto mas elevado á nuestros esfuerzos, y el cuadro de la Naturaleza carecería para nosotros de su mas bello atractivo, si escluyéramos de él la organizacion con las fases innumerables de su desarrollo típico. La nocion de vida tan íntimamente unida se halla en todas nuestras concepciones á las de las fuerzas incesantemente activas de la Naturaleza, ya creadoras, ya destructoras, que los mitos de los pueblos primitivos han atribuido siempre á estas fuerzas el gérmen de las plantas y de los animales, y presentado la época en que la tierra estaba inanimada y desierta, como la época del caos originario y de la lucha de los elementos. Pero en el dominio de los hechos, de la esperiencia, de la observacion, y en el estudio descriptivo del estado actual de nuestro planeta, no tienen lugar las investigaciones de las causas primeras, ni las inabordables cuestiones de orígen.
Encadenada á la realidad por el espíritu de moderacion de la ciencia moderna, la descripcion física del mundo permanece estraña, no por timidez, sino por la naturaleza misma de su objeto y de sus límites, á los oscuros principios de la historia de la organizacion (20) (tomamos aquí la palabra historia en su mas usual acepcion). Una vez hechas estas reservas, la descripcion física del mundo debe mostrar que todos los materiales de que la armazon de los séres vivos está compuesta, se encuentran tambien en la corteza inorgánica de la tierra; que los vegetales y los animales se hallan sometidos á las mismas fuerzas que rigen la materia bruta, señalando en las combinaciones ó descomposiciones de esta, la accion de los mismos agentes que dan á los tejidos orgánicos sus formas y sus propiedades; solo que entonces obran dichas fuerzas bajo condiciones poco conocidas, que se designan con el vago nombre de fenómenos vitales, y que se han agrupado sistemáticamente segun analogías mas ó menos acertadas. Esto legitima la tendencia de nuestro espíritu á perseguir la accion de las fuerzas físicas hasta en la evolucion de las formas vegetales y en la de los organismos que llevan en sí propios el principio de sus movimientos; siendo tambien esto lo que constituye el enlace que existe entre el cuadro de la naturaleza inorgánica y el de la distribucion de los séres vivientes en la superficie del globo, es decir, La Geografía de las plantas y de los animales.
Sin ánimo de promover aquí nuevas discusiones sobre las diferencias que separan la vida vegetal de la vida animal, haré notar sin embargo, que si la Naturaleza hubiese dado á nuestra vista el poder del microscopio, y una perfecta trasparencia á los tejidos de las plantas, el reino vegetal estaría muy lejos de ofrecer el aspecto de inmovilidad que es al parecer uno de sus atributos. En el interior de los vegetales, el tejido celular de los órganos vése recorrido y vivificado incesantemente por las corrientes mas diversas: tales son las de rotacion, que suben y bajan, ramificándose y cambiando continuamente de direccion, segun se observa en las plantas acuáticas (nayades, haraceas é hidrocarideas) y en las plantas terrestres fanerogamas: tal es tambien el hormigueo molecular, descubierto por el gran botánico Roberto Brown, y del cual toda materia debe presentar algunos rasgos, siempre que se la reduzca á un estado de division estrema: tal es finalmente la corriente giratoria de los glóbulos del cambium (ciclosis) en un sistema de vasos particulares. Indicaré ademas los hilos celulares que se articulan y se arrollan en forma de hélice en las anteridies del chara y en los órganos reproductores de las hepáticas y de las algas; filamentos singulares en que Mayen, cuya temprana muerte lamentan las ciencias, creia encontrar alguna analogía con los espermatozoarios de los animales. Añádanse á dichas corrientes y á esta agitacion molecular los fenómenos de la endosmosis, de la nutricion y crecimiento de los vegetales, así como las corrientes formadas por los gases interiores, y se tendrá una idea de las fuerzas que obran independientemente de nuestra voluntad en la vida tan apacible en apariencia de los vegetales.
Desde la época en que describí en mis Cuadros de la Naturaleza la universal difusion de la vida sobre la superficie del globo, y la distribucion de las formas orgánicas, ya en altura, ya en profundidad, la ciencia ha hecho admirables progresos en esta senda, que debemos á los descubrimientos magníficos de Ehrenberg «sobre la vida microscópica que reina en el Océano y en los hielos de las regiones polares;» descubrimientos fundados, no en deducciones acertadas, sino en la observacion directa y cuidadoso estudio de los hechos. Desde esta época, la esfera ó mejor dicho, el horizonte de la vida, se ha estendido ante nosotros: «Cerca de los dos polos, donde grandes organizaciones no podrian ya subsistir, reina en cambio una vida infinitamente pequeña, casi invisible, pero incesante. Las formas microscópicas recogidas en los mares del polo austral durante el viaje del capitAn Jaime Ross, ofrecen una riqueza esencialmente particular de organizaciones desconocidas hasta entonces, y por lo comun de notable elegancia. En los residuos de la fuente de los hielos que flotan en témpanos redondos allá por los 78° 10' de latitud, se han encontrado mas de cincuenta especies de poligástricos silíceos y de coscinodiscos, por cuyos ovarios verdes todavía, se comprende que han vivido y luchado fácilmente contra los rigores de un estremado friO. La sonda ha sacado en el golfo del Erebo, desde 403 á 526 metros de profundidad, sesenta y ocho especies de poligástricos silíceos y de phytolitharia, acompañados de una sola especie de polythalamia de concha calcárea.»
De todas las formas microscópicas, cuya existencia nos ha revelado hasta ahora la observacion en el Océano, los infusorios silíceos son los mas abundantes, aunque la análisis química no haya encontrado sílice en el agua del mar, cosa que por otra parte no debe estrañar, puesto que la sílice no podria subsistir en el agua sino en el estado de simple mezcla ó de suspension. Y no sucede esto solamente en algunos puntos aislados, el fenómeno es general, en los mares interiores ó cerca de las costas, donde el Océano se ve tambien poblado de corpúsculos dotados de vida, imperceptibles á la simple vista. Desde las investigaciones que Schayer ha hecho al volver de la tierra de Van-Diemen, en agua sacada del mar al Sud del Cabo de Buena Esperanza (á los 57° de latitud), y en medio de la zona tropical en el Océano atlántico, puede considerarse como demostrado, que el mar en su estado normal y cristalinas sus aguas, contiene innumerables organismos microscópicos en un todo distintos de los filamentos silíceos del género chætoceros que flotan en estado fragmentario, como los oscilatorios de las aguas dulces. Algunos poligástricos que se han encontrado mezclados con arena y escrementos de pájaros-niños en las islas de Cockburn, están esparcidos al parecer por toda la tierra; otras especies pertenecen á las regiones polares esclusivamente (21).
La vida animal domina, por consiguiente, en la eterna noche de las profundidades oceánicas; en tanto que la vida vegetal, estimulada por la accion periódica de los rayos solares, se estiende con mas amplitud por los Continentes. La masa de los vegetales es incomparablemente mayor que la de los animales. Los grandes cetáceos y los pesados paquidermos reunidos formarian una masa insignificante al lado de los gigantescos troncos de árboles de 3 ó 4 metros de diámetro que pueblan uno solo de los bosques de la América del Sud, como el que se estiende entre el Orinoco, el rio de las Amazonas y el rio de Madeira. Si es cierto que el verdadero carácter de cada region depende á la vez de todos los detalles esteriores; si los contornos de las montañas, la fisonomía de las plantas y de los animales, el azul del cielo, la figura de las nubes, la trasparencia de la atmósfera, concurren á producir lo que puede llamarse la impresion total, es preciso reconocer tambien que el adorno vegetal de que se cubre el suelo es la determinante principal de esta impresion. Las formas animales no son tampoco las mas aptas para producir los grandes efectos de conjunto, tanto mas, cuanto que los individuos mismos, en virtud de su propia movilidad, escapan frecuentemente á nuestras miradas. Por el contrario, la creacion vegetal hiere la imaginacion por la amplitud de sus formas siempre presentes, en cuya masa se revela la antigüedad ligada, por un privilegio especial, con la espresion de una fuerza sin cesar renovada (22). En el reino animal precisamente (esta última consideracion pertenece á los descubrimientos de Ehrenberg) son los animalillos microscópicos los que por su prodigiosa fecundidad (23) ocupan y llenan las mayores estensiones. Los mas pequeños infusorios, las monadinas, cuyo diámetro no escede de 11500 milímetro, constituyen capas vivas de muchos metros de espesor bajo el suelo de las regiones húmedas.
Cada zona posee el don de presentarnos bajo un aspecto particular la difusion de la vida por la superficie del globo; pero en ninguna parte es tan poderosa la impresion que recibimosde ello como en el Ecuador: en esa patria de las palmeras, de los bambues, de los helechos arborescentes, en donde, desde las orillas de un mar poblado de moluscos y corales, se eleva el suelo hasta la region de las nieves perpétuas. Los séres vivientes en su distribucion general no se detienen ni por la altura ni por la profundidad. Bajan al interior de la tierra, á favor de las grandes escavaciones y registros de los mineros, introduciéndose aun en aquellas cavernas naturales cerradas por todas partes, donde solo las aguas meteóricas parecen tener acceso. Habiendo reabierto por la esplosion de la pólvora una de esas cavernas, hallé las paredes cubiertas de estalactitas blancas como la nieve, sobre las cuales una usnea habia tejido sus delicadas redes. Algunos saltoncillos se introducen en los pozos de nieve del monte Rosa, del Grindelwald y del Aar superior; la chionea araneoides, descrita por Dalman, la discerea nivalis microscópica (llamada en otro tiempo protoccoccus), viven en las nieves polares como en las de nuestras altas montañas. El color rojo que toma la nieve antigua (24) habia ya sido notado por Aristóteles, sin duda sobre los montes de la Macedonia. En las altas cimas de los Alpes suizos, alguras raras, lecidea, parmelia y umbilicaria coloran apenas las rocas despojadas de nieve; en tanto que se ven aun bellas fanerogamas, el culcitium rufescens lanoso, la sida pichinchensis, y la saxifraga Boussingaulti, florecer aisladamente sobre los Andes tropicales á 4,550 y aun á 4,680 metros sobre el nivel del mar. Las fuentes termales contienen pequeños insectos (hidroporus thermalis), galionelas, occilarios y confervas; y sus aguas alimentan á las raices de las vegetales fanerogamas. Pero la vida no se desarrolla únicamente sobre la tierra, en el agua y en el aire, sino que invade hasta las partes internas mas variadas de los animales. Hay animalillos en la sangre de la rana y en la del salmon; y, segun Nordmann, los humores del ojo de los peces están frecuentemente llenos de una especie de gusanos armados de chupadores (diplostomum). El mismo naturalista ha descubierto en los oidos de la breca un singular animalillo doble (displozoon paradoxon), provisto de dos cabezas y de dos estremidades, de suerte que su desarrollo completo se verifica en dos direcciones cruzadas.
Aunque nadie crea ya en la existencia de los pretendidos infusorios meteóricos, no puede negarse por ello que infusorios ordinarios sean arrebatados pasivamente por los vapores ascendentes hasta las altas regiones del aire, y sostenidos algun tiempo flotantes en la atmósfera, para caer en seguida sobre el suelo como el pólen anual de los pinos (25). Esta consideracion es capital para la antigua cuestion de la generacion espontánea (26), y merece tomarse en cuenta, tanto mas, cuanto que puede apoyarse en un descubrimiento de Ehrenberg de que ya he hablado antes. Los navegantes encuentran con frecuencia á la altura de las islas del cabo Verde y aun á 380 millas marinas de la costa de África, una lluvia de polvo fino que enturbia la trasparencia del aire como podría hacerlo la mas espesa niebla; ahora bien, este polvo contiene los restos de diez y ocho especies de infusorios poligástricos de conchas silíceas.
La geografía de las plantas y de los animales puede considerarse bajo el punto de vista de la variedad y del número relativo de las formas típicas, en cuyo caso investiga el modo de distribuirse en el espacio los géneros y las especies. Podemos estudiarla tambien respecto del número de individuos de que cada especie se compone en una superficie dada; y bajo este último punto de vista es esencial distinguir, tanto para las plantas como para los animales, entre la vida aislada y la vida social. Las especies á que yo he dado el nombre de plantas sociales (27) cubren uniformemente grandes estensiones de terreno: á ellas pertenecen un gran número de plantas marinas; las cladonias y los musgos que crecen en las estepas del Asia septentrional; los céspedes y las cácteas que se desarrollan reunidas como los tubos de un órgano; las avicenias y las manglas en las regiones tropicales, y los bosques de coníferas y abedules en el litoral del Báltico y en las llanuras de la Siberia. Este modo especial de distribucion geográfica, unido al aspecto de los vegetales, á su magnitud, á la forma de las hojas y de las flores, constituye el principal rasgo del carácter de una region cualquiera (28). La vida animal, á pesar de su variedad y su aptitud para producir en nosotros sentimientos de simpatía ó de repulsion, presenta, lo repetimos, un aspecto sobrado móvil y fugaz para influir eficazmente sobre la fisonomía de un pais, siéndole por consiguiente casi estraño. Los pueblos agrícolas aumentan artificialmente el dominio de las plantas sociales, dando así el aspecto de una naturaleza uniforme á regiones enteras de las zonas templadas y de la zona boreal; con su trabajo hacen desaparecer las plantas silvestres, pero propagan otras sin saberlo, porque hay ciertas plantas que siguen al hombre hasta en sus mas lejanas emigraciones. La zona tropical resiste con mas energía que ninguna otra á estos esfuerzos que tienden imperiosamente á modificar el órden establecido en la creacion.
La idea de una distribucion regular de las formas vegetales, debió naturalmente presentarse á los primeros viajeros que pudieron recorrer en poco tiempo vastas regiones y ascender á las montañas, donde los climas se encuentran superpuestos como por pisos. Tales fueron, en efecto, los primeros ensayos de una ciencia que hasta de nombre carecia. Las zonas ó regiones vegetales que el cardenal Bembo habia distinguido en su juventud en las laderas del Etna (29), nuevamente fueron encontradas por Tournefort en el monte Ararat. Mas tarde, el mismo Tournefort comparó la flora de los Alpes con la de llanuras situadas á muy diferentes latitudes, demostrando cómo se regula la distribucion de los vegetales en los llanos, segun la altura del suelo sobre el nivel del mar, ó la distancia al polo. En una flora inédita del Japon, emitió Menzel casualmente el nombre de Geografía de las plantas, que se encuentra tambien en los Estudios de la naturaleza de Bernardino de Saint-Pierre, que aunque obra de imaginacion, lo es de una imaginacion viva y brillante. Mas esto era poco; y para que la geografía de las plantas ocupara su lugar entre las ciencias, era preciso que la doctrina de la distribucion geográfica del calor estuviese fundada y pudiera compararse con la de los vegetales; tambien era necesario que una clasificacion de estos por familias naturales permitiese distinguir las formas que se multiplican, de las que se hacen cada vez mas raras á medida que se camina del Ecuador hácia los polos, y fijar las relaciones numéricas que cada familia presenta en cada region, con la masa entera de las fanerogamas de la misma comarca: asi es que cuento entre las circunstancias mas felices de mi vida el que mis investigaciones durante una época en que mis estudios versaban especialmente sobre botánica, hayan podido abrazar al mismo tiempo los elementos esenciales de una nueva ciencia, poderosamente favorecidas, como lo estaban, por el aspecto de una Naturaleza grandiosa en la que se enencontraban reunidos todos los contrastes climatológicos.
La distribucion geográfica de los animales, sobre la cual habia emitido Buffon antes que nadie consideraciones generales casi siempre exactas, ha sido estudiada de una manera mas completa en estos últimos tiempos, gracias á los recientes progresos de la geografía de las plantas. Las curvaturas de las líneas isotermas, y de las isoquimenas sobre todo, se manifiestan junto á los límites que raramente traspasan ciertas especies vegetales y ciertos animales de residencia fija, ni hácia los polos ni hácia los vértices de las montañas cubiertas de nieve. Así vemos que el danta vive en la península Escandinava bajo una latitud 10° mas boreal que la Siberia, en donde las líneas de temperatura media del invierno afectan una forma cóncava tan sorprendente. Las plantas emigran en gérmen: las semillas de una multitud de especies están provistas de órganos particulares que les permiten viajar á través de la atmósfera, y una vez que se fijan ya no dependen mas que del suelo y del aire ambiente. Los animales, por el contrario, estienden á su gusto el círculo de sus emigraciones desde el Ecuador á los polos, pero especialmente del lado en que las líneas isotermas forman arco, y en donde á inviernos crudos suceden calurosos estíos. El tigre real, por ejemplo, idéntico en un todo al de la India oriental, hace todos los veranos incursiones al norte del Asia, hasta latitudes iguales á las de Berlin y Hamburgo. Este hecho se halla indicado circunstanciadamente en otra obra escrita por M. Ehrenberg y por mí (30).
Por lo que tengo visto de la tierra en mis viajes, la asociacion de las especies vegetales que se designa ordinariamente con el nombre de Flora, no me parece que manifiesta el predominio de ciertas familias, de modo que permita asignar geográficamente la region de las umbeláceas, de las solidagíneas, de las labiadas ó de las escitaminadas. Mis ideas personales en este punto difieren de las de varios amigos mios, botánicos distinguidos de Alemania. Lo que caracteriza á mi juicio las floras de la meseta de Méjico, de Nueva Granada y de Quito, las de la Rusia europea y del Asia septentrional, no es la superioridad numérica de las especies cuya reunion constituye una ó dos familias, sino las relaciones complejas que nacen de la coexistencia de un gran número de familias y de la cantidad relativa de sus especies. Indudablemente las gramíneas y las ciperáceas predominan en las praderas y en las estepas, como los árboles de raices arqueadas, las cupulíferas y las betulíneas, reinan en los bosques del Norte; mas este predominio de ciertas formas es puramente de apariencia, decepcion producida por el aspecto particular de las plantas sociales. El norte de la Europa y la zona sibérica situada al norte del Altai, no merecen con mas razon el título de regiones de las gramíneas y de las coníferas, que las inmensas llanuras situadas entre el Orinoco y la cadena de Caracas, ó que los pinares de Méjico. La asociacion de las formas vegetales, que pueden reemplazarse en parte mútuamente, su importancia numérica relativa y su modo de agruparse, es lo que hace que la naturaleza vegetal revista á nuestros ojos el carácter de variedad y riqueza, ó el de la pobreza y la uniformidad.
Despues de haber tomado por punto de partida de estas rápidas consideraciones sobre los fenómenos de la organizacion, la simple célula (31), primera manifestacion de la vida, he debido llegar á formas mas y mas elevadas en la série ascendente de los séres. «Algunas granulaciones mucilaginosas producen al yustaponerse un citoblasto de figura determinada, al que luego rodea un saco membranoso que constituye definitivamente la célula cerrada y aislada.» Este primer trabajo de la organizacion puede haber sido provocado por la produccion anterior de otra célula ya acabada (32), ó bien la evolucion originaria de la célula se halla oculta en la oscuridad de una reaccion química análoga ala fermentacion que enjendra los filamentos bisoideos de la espuma de cerveza. Pero concretémonos á indicar ligeramente el misterio por el cual aparece la vida sobre la tierra; que la geografía de los séres orgánicos no trata sino de los gérmenes ya desarrollados, determinando la pátria que adoptan y las regiones á donde influencias esteriores les llevan; investigando sus relaciones numéricas, y limitándose, en una palabra, á trazar su distribucion general en la superficie del globo.
Quedaria incompleto el cuadro general de la Naturaleza que trato de reseñar, si no me propusiera describir igualmente en algunos rasgos característicos la especie humana considerada en su aspecto físico, en la distribucion geográfica de sus tipos contemporáneos, en la influencia que las fuerzas terrestres le han suministrado, y en la que á su vez ha ejercido aunque débilmente sobre ellas. Sometida nuestra especie, si bien en menor grado que las plantas y los animales, á las circunstancias del suelo y á las condiciones metereológicas de la atmósfera, escapa mas fácilmente al dominio de las potencias naturales por la actividad del espíritu, por el progreso de la inteligencia que poco á poco se eleva, así como tambien por la maravillosa flexibilidad de organizacion que se adapta á todos los climas, sin que por ello deje de participar esencialmente de la vida que anima á todo el globo. Por estas secretas relaciones, el oscuro y controvertible problema de la posibilidad de un orígen comun para las diferentes razas humanas, entra en la esfera de las ideas que abraza la descripcion física del mundo. El exámen de esta cuestion dará al objeto final de mi obra, un interés mas noble, si me es lícito decirlo así, el interés supremo que se refiere á la humanidad. El inmenso dominio de las lenguas, en cuya variada estructura se reflejan misteriosamente las aptitudes de los pueblos, se aproxima en mucho al del parentesco de las razas; y lo que sea capaz de producir la menor diferencia entre ellas, lo sabemos por un gran ejemplo, que es el de la cultura intelectual tan diversa de la nacion griega. Así, pues, las cuestiones mas importantes que ofrece la historia de la civilizacion de la especie humana, se refieren á las nociones capitales del orígen de los pueblos, de la afinidad de lenguas y de la inmutabilidad de una direccion primordial, tanto del alma como del espíritu.
Mientras que solo se atendió á los estremos de las variaciones del color y la figura, dejándonos preocupar por la vivacidad de las primeras impresiones, consideráronse las razas, no como simples variedades, sino como troncos humanos originariamente distintos. La permanencia de ciertos tipos (33), á pesar de las mas contrarias influencias de las causas esteriores, sobre todo del clima, parecia venir en apoyo de este modo de ver, por muy cortos que sean los períodos de tiempo cuyo conocimiento histórico ha llegado hasta nosotros. Pero en mi opinion, razones mas poderosas militan en favor de la unidad de la especie humana, á saber: las numerosas gradaciones (34) del color de la piel y de la estructura del cráneo, que han dado á conocer en los tiempos modernos, los rápidos progresos de la ciencia geográfica; la analogía que siguen al alterarse en otras clases de animales, ya salvajes, ya domesticados; y las observaciones positivas que se han recogido acerca de los límites prescritos á la fecundidad de los mestizos (35). La mayor parte de los contrastes que tanto admiraban antiguamente, se ha desvanecido ante el profundo trabajo de Tiedemann acerca del cerebro de los negros y de los europeos, ante las investigaciones anatómicas de Vrolik y de Welber sobre la configuracion de la parte posterior de la cabeza. Si abarcamos en su generalidad las naciones africanas de color oscuro subido, sobre las cuales ha dado tanta luz la obra capital de Prichard—, y las comparamos con las tribus del Archipiélago meridional de la India y de las islas de la Australia occidental, con los papúes y los alfurues (haraforo, endamenos), claramente apercibiremos que el tinte negro de la piel, los cabellos crespos y los rasgos de la fisonomía negra, están muy lejos de hallarse siempre asociados (36). Mientras que solo estuvo abierta á los pueblos del Occidente una pequeña parte de la tierra, ideas esclusivas dominaron entre ellos; por cuya razon el ardiente calor de los trópicos y el color negro de la piel, les parecieron inseparables. «Los etiopes,» cantaba el antiguo poeta trágico Teodectes de Phaselis (37), «deben al dios del sol que se aproxima á ellos en su carrera el brillo sombrío de la materia que dá color á sus cuerpos.» Fueron necesarias las conquistas de Alejandro, que despertaron tantas ideas de geografía física, para entablar el debate relativo á esta problemática influencia de los climas sobre las razas humanas. «Las familias de los animales y de las plantas,» dice uno de los mejores anatómicos de nuestro tiempo, Juan Müller, en su fisiología del hombre, «se modifican durante su propagacion sobre la faz de la tierra, entre los límites que determinan las especies y los géneros; y se perpetúan orgánicamente como tipos de la variacion de las especies. Del concurso de diferentes causas y condiciones, tanto interiores como esteriores, que no pueden señalarse detalladamente, nacieron las razas presentes de animales, y sus mas admirables variedades se encuentran en aquellos que tienen la facultad de estension mas considerable sobre la tierra. Las razas humanas, son las formas de una especie única que se ayuntan permaneciendo fecundas, y se perpetúan por la generacion; y en manera alguna especies diversas de un mismo género, porque si lo fueran, al cruzarse se tornarian estériles. La cuestion de saber si las razas humanas existentes descienden de uno ó de muchos hombres primitivos (38), es cosa que la esperiencia no puede darnos á conocer.»
Las investigaciones geográficas sobre el lugar primordial, ó como se dice mas comunmente, sobre la cuna de la especie humana, tienen en el terreno de los hechos un carácter puramente mítico. «No conocemos,» dice Guillermo de Humboldt, en un trabajo inédito aun sobre la diversidad de los idiomas y de los pueblos, «ni históricamente ni por ninguna tradicion verídica, momento alguno en que la especie humana no haya estado separada en grupos de pueblos. Que semejante estado de cosas haya existido desde el orígen ó se ha ya producido mas tarde, cuestion es que no puede decidir la historia. Leyendas aisladas, que se hallan en puntos muy diferentes del globo, sin comunicacion aparente, están en contradiccion con la primera hipótesis, y hacen descender á todo el género humano de una sola pareja: tradicion tan esparcida, que se la ha considerado algunas veces como un antiguo recuerdo de los hombres. Pero esta misma circunstancia probaria mas bien que no hay aquí trasmision alguna real de un hecho, ningun fundamento verdaderamente histórico, sino simplemente la identidad de la concepcion humana, que por todas partes ha conducido á los hombres á una esplicacion semejante de un fenómeno idéntico. Acontece tambien esto con un gran número de mitos sin enlace histórico entre sí y que igualmente deben su semejanza y orígen á la paridad de las imaginaciones ó reflexiones del espíritu humano. Lo que demuestra asimismo en la tradicion de que se trata el carácter manifiesto de la ficcion, es que por ella se pretende esplicar un fenómeno que no cae absolutamente bajo el dominio de la esperiencia, cual es el primer orígen de la especie humana, de un modo conforme á la esperiencia de nuestros dias: de la propia manera, por ejemplo, con que en una época en que todo el género humano contaba ya miles de años de existencia puede haberse poblado una isla desierta ó un valle aislado en las montañas. En vano el pensamiento se sumerje en la meditacion de este problema del primer orígen; el hombre está tan íntimamente ligado á su especie y su tiempo, que no puede concebirse la aparicion en el mundo de un ser humano sin una familia preexistente y sin una época pasada. No siendo, pues, esta cuestion, resultado de raciocinio ni de esperiencia, ¿debemos creer que el estado primitivo, tal como nos lo describe esa pretendida tradicion, es realmente histórico, ó bien que la especie humana desde su principio cubrió la tierra en forma de tribus? Cuestion es esta que la ciencia de lenguas no puede decidir por sí misma, como tampoco debe buscar la solucion en otra parte, intentando sacar de ella alguna luz sobre los problemas que la ocupan.»
La humanidad se distribuye en simples variedades que suelen designarse con la palabra un tanto indeterminada de razas. Así como en el reino vegetal y en la historia natural de las aves y de los peces es mas seguro agrupar los individuos en un gran número de familias, que no reunirlos en un pequeño número de secciones que abracen masas considerables; así tambien en la determinacion de las razas me parece preferible establecer pequeñas familias de pueblos. Ya adoptemos la clasificacion de mi maestro Blumenbach en cinco razas (caucásica, mongólica, americana, etiópica y malaya), ó bien reconozcamos siete con Prichard (39) (iránea, turánea, americana, de los hotentotes y buschmanes, de los negros, de los papues y de los alfurues), no es menos cierto que ninguna diferencia radical y típica, ningun principio de division natural y rigoroso rige tales grupos, en los cuales no se ha hecho mas que apartar lo que al parecer constituye los estremos de la figura y del color, sin cuidarse de las familias, de pueblos que escapan á estas grandes clases, y que han sido designados unas veces con el nombre de razas escíticas y otras con el de razas alofílicas. Ifranianos es ciertamente una denominacion mejor escogida para los pueblos de Europa que la de caucásicos, y sin embargo, es necesario confesar que los nombres geográficos aplicados á la designacion de las razas son estremadamente indeterminados, especialmente cuando nos encontramos con que el país que debe dar su nombre á tal ó cual raza, ha sido habitado en diferentes épocas como el Tuuran ó Mawerannahr (40), por ejemplo, por troncos de pueblos muy diversos de orígen indo-germánico y fislándico, aunque no mongólico.
Las lenguas, creaciones intelectuales de la humanidad, tan intimamente ligadas á los primeros desarrollos del espíritu, son de gran importancia, por el sello nacional que en sí misma llevan para ayudarnos á reconocer la semejanza ó la diferencia de las razas; importancia que deben principalmente á que la comunidad de su orígen es un hilo conductor por medio del cual penetramos en el misterioso laberinto en que la union de las disposiciones físicas del cuerpo con las facultades de la inteligencia se manifiesta bajo mil formas diferentes. Los notables progresos que ha hecho en Alemania desde menos de medio siglo á esta parte el estudio filosófico de las lenguas, facilitan las investigaciones sobre su carácter nacional (41) en aquello que parece relacionarse con el parentesco de los pueblos que las hablan. Pero como en todas las esferas de la especulacion ideal, al lado de la esperanza de un botin rico y seguro, hállase aquí el peligro de las ilusiones que son tan frecuentes en semejantes materias.
Estudios etnográficos positivos, fundados en un conocimiento profundo de la historia, nos enseñan que es necesario proceder con cierta cautela en la comparacion de los pueblos y de las lenguas que han hablado los mismos en una época determinada. La conquista, una larga costumbre de vivir juntos, la influencia de una religion estraña y la mezcla de las razas, aun cuando hubiera tenido lugar con un corto número de inmigrantes mas fuertes y mas civilizados, han producido un fenómeno que se observa á la vez en ambos continentes, á saber: que dos familias de lenguas enteramente diferentes pueden hallarse en una sola y misma raza; y que por el contrario en pueblos de orígen muy diverso se dá con lenguas de una misma raiz. Por el poder de sus armas, por la dispersion y trastorno de las poblaciones, han contribuido los grandes conquistadores asiáticos á crear en la historia este singular fenómeno.
El lenguaje es una parte integrante de la historia natural del espíritu; y aunque este por su feliz independencia se dicte á sí mismo leyes que sigue bajo las mas diversas influencias; aunque con su libertad se esfuerce constantemente en sustraerse á estas influencias, así y todo no puede emanciparse de los lazos que le ligan á la tierra. Siempre queda algo de lo que las disposiciones naturales toman del suelo, del clima, de la serenidad de un cielo de puro azul ó del sombrío aspecto de una atmósfera cargada de vapores. Indudablemente la riqueza y la gracia en la estructura de las leuguas son obra del pensamiento, del cual nacen como de la flor mas delicada del espíritu; mas no por ello dejan de subsistir íntimamente unidas las dos esferas de la naturaleza física y de la inteligencia ó del sentimiento, razon por la cual no hemos querido privar á nuestro cuadro de la naturaleza de la luz y colorido que pudieran comunicarle estas brevísimas consideraciones sobre las relaciones de las razas y de las lenguas.
Si hemos de mantener el principio de la unidad de la especie humana, necesariamente habremos de desechar como lógica consecuencia la desoladora distincion de las razas en superiores é inferiores (42). Indudablemente hay familias de pueblos mas susceptibles de cultura, mas civilizadas, mas ilustradas que otras: pero nunca mas nobles, porque todas han nacido igualmente para la libertad, para esa libertad, que si bien en un estado social poco adelantado no pertenece mas que al individuo, es en las naciones llamadas al goce de verdaderas instituciones políticas el derecho de toda la comunidad. «Una idea existe que se revela á través de la historia y estendiendo cada dia su saludable imperio; una idea que prueba mejor que otra cualquiera el hecho, con frecuencia discutido, pero peor comprendido aun, de la perfectibilidad general de la especie; y esa idea es la idea de la humanidad. Ella es la que tiende á destruir las barreras que prejuicios y aspiraciones interesadas en todos sentidos, han llevado á los hombres á mirar á la humanidad en su conjunto, sin distincion de religiones, de naciones, ni de valor, como una gran familia de hermanos, como un cuerpo único, que caminan á un solo y mismo objeto, al libre desenvolvimiento de las fuerzas morales. Tal es el objeto y fin supremo de la sociabilidad, y tal al mismo tiempo la direccion impuesta al hombre por su propia naturaleza para el engrandecimiento indefinido de su existencia. La tierra que su mirada abarca, y cuanto le es posible distinguir en el estrellado cielo, es para el hombre como su última propiedad, como doble campo abierto á su actividad física é intelectual. De niño aspira ya á franquear las montañas y los mares que circunscriben su estrecha habitacion; luego replegándose sobre sí mismo como la planta, suspira por su regreso. Esta doble aspiracion hácia lo que desea y hacia lo que ha perdido, viene á ser indudablemente lo mas bello y sublime que en el hombre se dá, lo que le libra del riesgo de apegarse á la muerte de una manera esclusiva. Arraigada así en las profundidades de la naturaleza humana la íntima y fraternal union de la especie, y al propio tiempo exigida por sus mas nobles instintos, preséntasenos como una de las grandes ideas que presiden á la historia de la humanidad (43).
Permítase á un hermano terminar con estas palabras que toman su encanto de lo mas hondo de los sentimientos, la descripcion general de los fenómenos de la naturaleza en el seno del Universo. Desde las mas lejanas nebulosas, y desde las estrellas dobles que circulan por los cielos, hemos descendido hasta los cuerpos organizados mas pequeños del reino animal, asi en el mar como en la tierra; hasta los gérmenes delicados de las plantas que tapizan la desnuda roca en las vertientes de los montes coronados de nieve. Leyes conocidas parcialmente nos han servido para clasificar todos estos fenómenos; otras de naturaleza mas misteriosa ejercen su imperio en las regiones mas elevadas del mundo orgánico, en la esfera de la especie humana, con sus diversas conformaciones, con la energía creadora del espíritu de que está dotada y con las varias lenguas que son su producto. Un cuadro físico de la naturaleza se detiene en el límite en que comienza la esfera de la inteligencia, y donde penetra la mirada en un mundo diferente: marca ese límite, pero no lo salva.
^(20) Pág. 328.—L'Histoire des Plantes, trazada con tanto talento por Endlicher y Unger (Grundzüge der Botanik., 1843; p. 449-468) habia sido distinguida de la Geographie des plantes, medio siglo antes, en los aforismos de mi Flora subterránea: «Geognosia naturam animantem et inanimam vel, ut vocabulo minus apto, ex antiquitate saltem haud petito, utar, corpora organica æque ac inorganica considerat. Sunt enim tria quibus absolvitur capita: Geographia oryctologica quam símpliciter geognosiam vel geologiam dicunt, virque acutissimus Wernerus egregie digessit; Geograpliia zoologica, cujus doctrinæ fundamenta Zimmermannus et Treviranus jecerunt; et Geographia plantarum quam æquales nostri diu intactam reliquerunt. Geographia plantarum vincula et cognationem tradit, quibus omnia vegetabilia inter se connexa sint, terræ tractus quos teneant, in aerem atmosphæricum quæ sit eorum vis ostendit, saxa atque rupes quibus potissimiim algarum primordiis radicibusque destruantur docet, et quo pacto in telluris superficie humus nascatur commemorat. Est itaque quod differat inter geographiam et physiographiam, historia naturalis perperam nuncaupatam, quum Zoognosia, Phytognosia et Oryctognosia, quæ quidem omnes in naturæ investigatione versantur, non nisi singulorum animalium, plantarum, rerum metallicarum vel (venia sit verbo) fossilium formas, anatomen, vires scrutantur. Historia telluris, Geognosiæ magis quam Physiographiæ affinis, nemini adhuc tentata, plantarum animaliumque genera orbem inhabitantia primævum, migrationes eorum compluriumque interitum, ortum quem montes, valles, saxorum strata et venæ metalliferiæ ducunt, aerem, mutalis temporum vicibus, modo purum, modo vitiatum, terræ superficiem humo plantisque paulatim obtectam, fluminum inundantium impetu denuo nudatam, iterunque siccatam et gramine vestitam commemorat. Igitur Historia zoologica, Historia plantarum et Historia oryctologica, quæ non nisi pristinum orbis terræ statum indicant, a geognosia probe distiguendæ.» (Humboldt, Flora Fribergensis subterranea cui accedunt aphorismi ex Physiologia chemica plantarum, 1793, p. IX-X.
Acerca de los movimientos espontáneos, de que se habla mas abajo en el testo, Cf., un pasaje notable de Aristóteles (de Cato. I. II, c. 2. p. 284; ed. Bekker), donde la distincion entre los cuerpos animados y los inanimados está deducida del modo de determinacion del movimiento, ya sea interior, ya esterior. «El alma nutritiva de los vegetales, dice el Estagirita, no produce ningun movimiento, porque está sumida en un letargo del que nada puede sacarla" (Aristóteles, de Generat. animal., l. V, c. I. p. 778; ed. Bekker), y en otra parte «no tienen ningun deseo que las invite á producir movimientos por sí mismas.» (Aristóteles, de Somno et Vigil., c. I, p. 455; ed. Bekker.)
^(21) Pág. 331.—Memoria de Ehrenberg, über das kleinste Leben im Ocean, leida en la Acad. des Sciences de Berlin, el 9 de mayo de 1844.
^(22) Pág. 332.—Humboldt, Tableaux de la Nature.
^(23) Pág. 332.—Acerca de la multiplicacion por la division espontánea del cuerpo generador, y por la intercalacion de una nueva sustancia, véase Ehrenberg, von den jetzt lebenden Thierarfen der Kreidebildung, en las Mémoires de l'Academie des Sciences de Berlin, 1832, p. 94. La mayor facultad generatriz en la naturaleza es la de los Vorticellos. Se halla la evaluacion del máximum de rapidez que puede afectar el desarrollo de su masa, en la gran obra de Ehrenberg, titulada: die Infusionsthierchen als vollkommne Organísmen, 1838, p. XIII, XIX y 244. «La via láctea de esos organismos está formada de las especies Monas, Vibrio, Bactrium y Bodo.» La vida está repartida en la naturaleza con tal profusion, que pequeños infusorios viven como parásitos sobre otros infusorios mayores, y los primeros sirven, á su vez, de habitacion á otros infusorios todavía mas diminutos; véase p. 194, 211 y 512.
^(24) Pág. 332.—Aristóteles, Hist. animal, l. V. c. 19, p. 552: ed. Bekker.
^(25) Pág. 333.—Ehrenberg, obra citada, p. XIV, 122 y 493. A la multiplicacion rápida de los animalillos microscópicos, se ánade en algunos (anguilas de trigo, infusorios circulares, osos de agua ó tardígrados) una maravillosa vitalidad. Despues de haberlos desecado durante 28 dias en el vacío, valiéndose del cloruro de cal, y del ácido sulfúrico, y de tenerlos espuestos á una temperatura de 120°, estos infusorios han podido volver á la vida y salir de su letargo. Véanse las bellas investigaciones de M. Doyère en su memoria sur les Tardigrades, et sur leur proprieré de revenir á la vie, 1842, p. 119, 129, 131 y 133. Cf. en general, acerca de la resurreccion de los infusorios desecados durante años enteros, Ehrenberg, , 492, 496.
^(26) Pág. 333.—Acerca de la presunta «transformacion primitiva» de la materia orgánica o inorgánica en plantas y en animales, Cf. Ehrenberg, en los Annalen de Poggendorff, t. XXIV, p. 1-48; y el mismo autor Infusionsthierchen, p. 121 y 525; y Juan Müller, Physiologie des Menschen (4.ª ed., 1844), t. I, p. 8-17. Me parece verdaderamente notable que al tratar San Agustin la cuestion de cómo pudieron recibirlas islas, despues del diluvio, nuevas plantas y nuevos animales, no se manifieste muy distante de admitir la idea de una generacion espontánea (generatio æquivoca, spontanea aut primaria). «Si los ángeles ó los cazadores de los continentes, dice este Padre de la Iglesia, no han transportado animales á estas islas apartadas, es preciso convenir en que los ha engendrado la Tierra; pero entonces, ¿á qué fin, encerrar en el arca, animales de todas las especies?» Si e terra exortæ sunt (bestiæ) secundum originem primam, quando dixit: Producat térra animam vivam! multo clarius apparet, non tam reparandorum animalium causa, quam figurandarum variarum gentium (?) propter Ecclesiæ sacramentum in Arca fuisse omnia genera, si in insulis, quo transire non possent, multa animalia terra produxit (Augustinus, de Civitate Dei, l. XVI, c. 7, t. VII; Venet, 1732, p. 422, de la edicion de los Benedictinos).
Dos siglos antes del obispo de Hipona hallamos ya establecida en Trogo-Pompeyo, entre el desecamiento primitivo del mundo antiguo, de la meseta asiática y la generacion espontánea, una conexion semejante á la que se observa en la teoría del gran Linneo acerca del Paraíso Terrenal, y los delirios del siglo XVIII, sobre la Atlántida fabulosa. «Quod si omnes quondam terræ submersæ profundo fuerunt, profecto editissimam quamque partem decurrentibus aquis primum detectam; humillimo autem solo eamdem aquam diutissime immoratam, et quando prior quæque pars terrarum siccata sit, tanto prius animalia generare cœpisse. Porro Scythiam adeo editiorem omnibus terris esse, ut cuncta flumina ibi nata in Mæotim, tum deinde in Ponticum et Ægyptium mare decurrant» (Justino, l. II, c. I).
La opinion equivocada que hace de la Scitia una meseta elevada, es muy antigua; la encontramos ya claramente indicada en Hipócrates (de aere, loci et aquis, c. 6. §. 96, edic. de Coray). «La Scitia, dice, forma una llanura alta y seca que sin estar coronada de montañas, va siempre elevándose hácia el Norte.»
^(27) Pág. 334.—Humboldt, Aphorismi ex Physiologia chemica plantarum, en la Flora Fribergensis subterranea, 1793, p. 178.
^(28) Pág. 334.—Acerca de la fisonomía de los vejetales, véase Humboldt, Tableaux de la nature, t. II, 1851, p, 1-243.
^(29) Pag. 335.—Ætna Dialogus (Opuscula, Basil, 1556, p. 53-54). En estos últimos tiempos, Philippi ha publicado una bella geografía de las plantas del Etna. Véase Linnæa, 1832, p. 73.
^(30) Pag. 336.—Ehrenberg, en los Annales des sciences naturelles, t. XXI, p. 387-412; Humboldt, Asie centrale, t. I. p. 339-342; t. III, p. 96-104.
^(31) Pág. 337.—Schleiden, über die Entewickelung der Pflanzenzellen, en Müller's Archiv für Anatomie und Physiologie, 1838, p. 137-176; y Grundzüge der wissenschaftlichen Botanik, 1.ª parle, p. 191; 2., parte, p. 11; Schwann, mikroskopische Untersuchungen über die Ubereinstimmung in der Struktur und dem Wachsthum der Thiere und Pflanzen, 1839, p. 45 y 220, Cf. J. Müller, Physiologie des Menschen, 1840, 2.ª parte, p. 614.
^(32) Pág. 338.—Scheleiden, Grundzüge der Botanik, 1842, P. I, p. 192-197.
^(33) Pág. 339.— Tácito, en sus consideraciones sobre la poblacion de la Bretaña, (Agricola, c. 2). distingue perfectamente, lo que puede provenir de las influencias del clima, de lo que entre las tribus llegadas de afuera, pertenece por el contrario al antiguo e inmutable poder del tipo hereditario: «Britanniam qui mortales initio coluerunt, indigenæ an advecti, ut inter barbaros, parum compertum. Habitus corporis, atque ex eo argumenta; namque rutilæ Caledoniam habitantium comæ, magni artus Germanicam originem adseverant. Silurum colorati vultus et torti plerumque crines, et posita contra Hispania. Iberos veteres trajecisse, easque sedes occupasse fldem faciunt: proximi Gallis, et similes sunt; seu durante originis vi; seu, procurrentibus in diversa terris, positio cœli corporibus habitum dedit» Cf. acerca de la permanencia de los tipos de configuracion en las regiones cálidas y frias de la Tierra y de las montañas del Nuevo-Continente, mi Relation historique. t. I, p. 498-503: t. II, p. 572-574.
^(34) Pág. 339.—Véase acerca de la raza americana en general, la magnífica obra de Samuel Jorge Morton. Crania americana, 1839. p. 62 86: y acerca de los cráneos traidos por Pentland del alto país de Titicaca, Dublin Journal of medical and chemical Sciences, t. V, 1834, p. 475; Alcides de Orbigny, l'Homme américain considéré sous ses rapports physiologiques et moraux, 1839, p. 221. Véase tambien Reise in das innere von Nordamerika, por el príncipe Maximiliano de Wied, 1839, libro tan rico en delicadas observaciones etnográficas.
^(35) Pág. 339.—Rodolfo Wagner, über Blendlinge und Bastarderzeugung, en sus notas á la traduccion alemana de la obra de Prichard, Naturgeschichte des Menschengeschlechts. t. I, p. 174-188.
^(36) Pág. 340.—Prichard, t. I, p. 431; t. II, p. 363-369.
^(37) Pág. 340.—Onésicrito, en Strabon, l. XV, p. 690 y 695, Casaub. Welcker (Griechische Tragædien, t. III, p. 1078), piensa que los versos de Teodectes citados por Strabon pertenecian á una tragedia perdida que quizás llevaria el nombre de Memnon.
^(38) Pág. 341.— Joh. Müller, Physiologie des Menschen, t. II, p. 768, 772-774.
^(39) Pág. 342.— Prichard, 1.ª, parte, p. 295; 3.ª parte, p. 11.
^(40) Pág. 343.—La tardía llegada de los turcos y mongoles, ya sea al Oxus, ya a la estepa de los Kirghisos, está en oposicion con la opinion de Niebuhr, segun la cual los Scitas de Herodoto y de Hipócrates son Mongoles. Es mucho mas verosímil la opinion de que los Scitas (Scolotos) pertenecian á los Masagetas indo-germanos (Alanos). Los Mongoles, los verdaderos Tartaros (nombre que impropiamente se aplicó mas tarde en Rusia y Siberia á tribus puramente turcas), habitaban entonces bien lejos en el Este del Asia, XV. mi Asie centrale, t. I, p. 239 y 400; y l'Examen critique de l'histoire de la Géographie, t. II, p. 320. Un lingüista distinguido, el profesor Buschmann, recuerda que Firdusi, en el Schahnameh, que comienza por una historia semi-mítica, hace mencion de «una fortaleza de los Alanos» á orillas del mar, donde Selm, el primogénito del rey Feridoum (dos siglos ciertamente antes de Ciro), queria refugiarse. Los Kirghisos de la estepa llamada scitica, eran originariamente una poblacion finesa; hoy son verdaderamente, con sus tres hordas, el pueblo mas numeroso de todos los nómadas, y vivian ya en el siglo VI en la estepa donde yo los he visto. El Bizantino Menandro (p. 380-382, ed. de Niebuhr), cuenta positivamente que el chakan de los Turcos (Thou-Khiou), en 569, hizo el presente de una esclava kirghisa al embajador de Justino II, Zémargo; llama á esta esclava una χερχίς, y aun Aboulgasi (Historia Mongolorum et Tatarorum), los Kirgisos son denominados Kirkiz. La semejanza de costumbres, allá donde la naturaleza del país les imprime un carácter dominante, es prueba poco segura de la identidad de razas. La vida de las estepas produce entre los Turcos (Ti-Toukoiu), entre los Baschkirs (Fineses) entre los Kirghisos, entre los Torgod y los Dsungaros (Mongoles), los usos comunes á las tribus nómadas; el de las tiendas de fieltro, por ejemplo, trasportadas en carros y armadas cerca de los rebaños.
^(41) Pág. 343.—Guillermo de Humboldt, über die Verschiedenheit des menstchlichen Sprachbaues, en la gran obra über die Kawi-Sprache, auf der Insel Java, t. I, p. XXI, XLVIII y CCXIV.
^(42) Pág. 344.—La desoladora doctrina de la desigualdad del derecho á la libertad entre los hombres, y de la esclavitud como una institucion fundada en la naturaleza, se encuentra desgraciadamente desarrollada con un rigor sistemático en la Politique de Aristóteles, l. I, c. 3, 5, 6.
^(43) Pág. 346.—Guillermo de Humboldt, über die Kawi-Sprache, t. III, p. 426. De la misma obra tomo las reflexiones siguientes: «Las impetuosas conquistas de Alejandro; las que los Romanos llevaron á cabo con habilidad verdaderamente política; las de los Mejicanos, tan salvajes y crueles; las despóticas reuniones de territorio de los Incas, han contribuido en ambos mundos á hacer cesar el aislamiento de los pueblos y á formar mas vastas sociedades. Almas grandes y enérgicas, naciones enteras obraban entonces bajo el imperio de una idea que en su pureza moral les era completamente estraña. El cristianismo fue el primero en proclamarla, en su verdad y caridad profunda, si bien ha necesitado mucho tiempo para hacerla aceptar. Antes no se encontraba de ella sino esparcidos acentos que preludiaban esta gran voz. Los tiempos modernos han dado nuevo vuelo á la idea de la civilizacion, y suscitado la necesidad de estender mas y mas las relaciones de los pueblos entre sí, y los beneficios de la cultura moral é intelectual. La misma avaricia empieza á comprender que tiene mucho mas que ganar siguiendo esta senda de progreso, que manteniendo por la fuerza un aislamiento retrógrado. El lenguaje mas que toda otra facultad del hombre, forma un haz de toda la especie humana. Parece al principio que separa los pueblos como los idiomas; pero justamente, la necesidad de entenderse recíprocamente en una lengua estraña, es la que reúne las individualidades dejando á cada una su propia originalidad.» (Ibid., p. 427).